Yo anduve con un zombi (1943) de Jacques Tourneur parece un título más propio de la sección de Carteles de cine de este blog, pero que no os engañe la apariencia, pues es, tal vez, el primer film que testimonia con más o menos destreza el mundo de la religión Voodoo. Una enfermera se traslada a una isla de San Sebastián (en el Caribe) para tratar a la mujer de un terrateniente. Las diferentes tradiciones de Betsy y las de los foráneos eclosionarán en una terrible curiosidad para investigar qué tipo de ritos se están produciendo en ese sitio. Gente con la mirada perdida y desprendidos de su voluntad, reuniones secretas en los campos, clanes con opiniones muy distintas sobre la medicina deambularán delante de la vista de la enfermera, que intentará desentrañar el significado de tales acciones para sanar a su paciente.
La serpiente y el arco iris (1987) de Wes Craven es una de las mejores películas de este género y la que supo resaltar la vertiente fantástica, pero a la vez realista, del terreno de la religión Voodoo. En concreto se centra en los efectos y la existencia de los polvos zombificadores que se utilizan cuando alguien hostil traiciona los pilares inamovibles de esta creencia. Un antropólogo que intenta demostrar la existencia y capacidades de estos polvos resuelve en acometer una investigación en Haití para intentar recoger una muestra, y así ser analizada en un laboratorio y, tal vez, aprovecharse de sus propiedades en la medicina. Para ello deberá adentrarse en un mundo de un secretismo y sectarismo inescrutables. El protagonista deberá hacer frente a múltiples trampas en una sociedad que no entiende de costumbres occidentales. Los zombis reales aquí hacen su aparición: gente enterrada en vida y rescatada para convertirse en eternos esclavos inconscientes de su condición.
El corazón del ángel (1987) de Alan Parker, basada en una novela de William Hjortsberg (Falling angel), es una muestra de que se puede crear una historia de cine negro imaginativa y sutendada con elementos del Voodoo sin caer en el ridículo estrepitoso de muchos otros largometrajes. En el film vemos a un Mickey Rourke increíble en su condición de investigador y además no deja de sorprender la capacidad in crescendo que tiene el guión para cautivar más al espectador. Un detective recibe la llamada de un personaje estrafalario, Louis Cypher, que le contrata para que encuentre a un hombre llamado Johnny Favourite, el cual no ha cumplido las reglas de un extraño contrato con el primero al encontrarse desaparecido. La aparente facilidad del trabajo desembocarán en una hondonada de sangre, muertes crueles, sacrificios Voodoo y un desenlace maravilloso que complicarán el objetivo cada vez más. Un mundo infernal sin posibilidad de salida.
La llave del mal (2005) de Iain Softley demuestra otra vez la maravillosa capacidad de crear una historia muy sujeta a los cánones del Voodoo en el seno de la población de New Orleans. Una escéptica enfermera decide ir a cuidar a un paciente en medio de Louisiana, donde se arraigan mucho los mitos y leyendas sobre la magia negra y las ceremonias siniestras. Sin hacer caso de esas habladurías emprende una nueva vida en esa nueva sociedad rural. Cuando la dueña de la casa le entregue la llave maestra de ese inmueble y descubra un habitáculo escondido detrás de un armario se le revelará un mundo infestado de inquietantes misterios, terribles posibilidades y oscuros propósitos. Éste es, tal vez, el mejor film de este género, ya que se acerca de forma magistral al interesante y sobrecogedor mundo del Voodoo, con una atmósfera tan sofocante como las húmedas tierras de Lousiana. Altamente recomendado.