lunes, 4 de enero de 2010

Inversión de roles

Estamos muy acostumbrados a no poner en duda el papel de los personajes según su nacionalidad o condición en un film, es decir, el primero en morir en un largo de terror siempre será el actor de raza negra o hispano; las historias de delincuencia callejera siempre estarán protagonizadas por afroamericanos; los oprimidos en una sociedad capitalista serán las minorías raciales o étnicas, y un largo etcétera. ¿Por qué no se hace una inversión de roles? Como mínimo para observar qué pasaría. Pues hoy os presento dos ejemplos donde esto se ha producido:
-El salario del miedo (1953) de Henri-Georges Clouzot
-Atrapado (1995) de Desmond Nakano


El salario del miedo es un film basado en la novela homónima de Georges Arnaud, donde lo primero que ha primado siempre -a la hora de describir el guión- ha sido la peripecia tremenda sobre la que pivota gran parte del film: unos hombres tienen que conducir unos camiones cargados de nitroglicerina por unos territorios agrestes si quieren conseguir un salario, el mínimo para poder volver a su país y no quedarse en el sitio donde se encuentran: una república suramericana (no se especifica cuál es; aunque a veces resulta evidente).
Hasta ahí es donde la crítica ha visto la tensión brutal que subyace a este tremendo producto, pero nada se ha hablado del lado social o la inversión de roles que se produce, pues es lo primero que se observa cuando empezamos el metraje: se encuentran unos europeos y norteamericanos vagando sin dinero por un país suramericano; y lo mejor de todo: son explotados por trabajos esclavistas y los foráneos del territorio los insultan y tratan como sabandijas, como ciudadanos de segunda. Cuando vemos este panorama, nos da la sensación que en la cruda realidad es absolutamente al revés. Los norteamericanos y europeos son los que reinan allí donde van y son los suramericanos los sometidos, sea en su territorio o en el nuestro.
Veamos un ejemplo para clarificar mejor lo explicado. Nuestros protagonistas se encuentran vagabundeando en el porche de una tienda de comestibles:


La situación nos sorprende, pero en la medida en que parece que esto nunca le podría pasar a los protagonistas en una sociedad como en la que vivimos.
Fijaros en las palabras del tendero: "Soy un ciudadano de este país; no un extranjero de mierda". Es curioso cómo, incluso, ellos se quedan mirando una persona de raza negra que está subida en un carro destartalado y viejo y espetan:
-Ese cabrón, ¡qué suerte tiene!
-Lo que daría yo por un trabajo así.

Parece que la miseria que sufren en la realidad los immigrantes actuales se está cerniendo sobre los acomodados. Interesante punto de vista que merece la pena considerar.

El segundo ejemplo muestra más explícitamente la problemática de la inversión de roles y se centra en los blancos y negros dentro de la sociedad norteamericana actual.

Atrapado es un documento interesante en su propuesta, pues sobre él pivota toda la problemática de la lucha entre clases por el color de la piel. Pero, claro, quien tiene dinero y poder somete a quien sea.
Entonces la cuestión pasa por encima de cualquier raza.
La originalidad de la cinta estriba en que es una historia harto vista, pero desde el bando del oprimido real: la persona de raza negra. Aquí se van a cambiar los papeles: las personas poderosas, racistas, adineradas y con prejuicios van a ser los negros; los blancos, los oprimidos, delincuentes e injustamente tratados por una sociedad que no los trata como seres humanos normales y corrientes. Tremendo.
Todos los horribles defectos de unos y otros se van a plasmar en una cinta que se debate entre la caricatura casi humorística y el drama terriblemente real de una civilización que zozobra hacia un mar de caos e ignorancia. La manera en que se trata el racismo y la xenofobia es magistral, pero vayamos a ver de qué trata exactamente:
en un mundo dominado por personas de raza negra, Louis Pinnock (John Travolta), de raza blanca, trabaja modestamente en una empresa haciendo todo tipo de recados. En un acto de desplante, un amigo de su jefe le sugiere que lo despida, y así lo hace. Con los terribles problemas económicos que sufre Pinnock (vive en un barrio muy problemático y ha de subsistir con un sueldo insignificante para sobrellevar a su familia), decide raptar al amo de la empresa, harto de tantas injusticias con los blancos. Pero lo lleva a cabo para que el adinerado se de cuenta de la equivocación que han cometido. A partir de aquí se descubrirán las caretas de las clases dominantes y de los sometidos, donde la honradez y bondad soprepasarán cualquier color de piel.
Veamos un ejemplo parecido al de El salario del miedo, pero en Atrapado, donde se traslucen todas las ideas expuestas:



La conversación que mantienen los comensales son las mismas que ocurren en las cenas de negocios de la sociedad real, adueñadas por blancos.
No importa de qué color es la piel de los grandes magnates; el dinero y el poder corrompen a todas las almas humanas.

4 comentarios:

  1. Atrapado la vi hace bastante tiempo y casi por casualidad, y la verdad es que me sorprendió bastante el tratamiento que mencionas, no solemos estar acostumbrados a ello, y me parece una película bastante recomendable.

    ¡Saludos!

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  2. Es muy original y curioso el invertir los roles establecidos porque así todo lo vemos desde otro prisma muy sutil.
    Y la verdad es que en este film sólo hay que cambiar los blancos por los negros.
    ¡Saludos!

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  3. Hace tiempo que ando tras "El Salario del Miedo"; tu entrada no hizo sino avivar mi interés. Muy interesante blog, encantado de pasar por aquí.

    Saludos.

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  4. ¡Por fin he tenido tiempo para contestar tu comentario Kinezoe! Perdona la demora. Es muy intrigante "El salario del miedo", puesto que en la entrada sólo he incidido en un tema que se trata al principio, pero donde se encuentra la verdadera acción y tensión es en la segunda parte del film. Ahí sí que se nota un sufrimiento de los actores y el público. No explico más, jeejej.
    Encantado que hayas pasado por aquí.
    Saludos.

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